Dunedin es la cuarta ciudad más grande que ver en Nueva Zelanda. Y después de Christchurch, la segunda con más importancia de la Isla Sur. No te faltarán cosas que hacer en Dunedin, aunque es una ciudad discreta, sin demasiados atractivos en sus calles. Para nosotros lo bonito está en las afueras, especialmente en la Península de Otago. Así que, si te pilla de paso, te aconsejamos que la visites. Te contamos 25 cosas que hacer en Dunedin, también conocida como la Edimburgo de Nueva Zelanda por su enorme patrimonio escocés.
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¿Sabías que Dunedin fue la primera ciudad de Nueva Zelanda De hecho, tiene un museo genial sobre sus orígenes. Podrás conocer la historia del país, con exposiciones que se centran en los colonos: los indigentes maoríes, chinos y siguientes oleadas de migrantes. Es un museo interactivo y muy interesante. Allí descubrirás la evolución del día a día a lo largo de las décadas en cuanto al transporte, hogar, tecnología y arte. Incluso puedes probarte algunas de las prendas que se usaban. Lo mejor de todo es que la entrada es gratuita.
Una visita exclusiva que hacer en Dunedin es el castillo, ¡es el único que hay en Nueva Zelanda! Bueno, si nos ponemos finos también hay otro, pero solo quedan las ruinas. El político y empresario William Larnach quiso construir esta residencia de lujo con vistas a la ciudad en 1874. Después de unos cuantos años, lo traspasó y ha estado administrado por diversas familias adineradas de la zona. No es tan bonito como los mejores castillos de Escocia, ¡pero no está mal!
La entrada a los jardines cuesta 22NZD y si también quieres ver el interior del castillo el precio es de 45NZD. Lo que sí es gratis son las vistas sobre toda la ciudad desde la carretera que lleva al castillo. ¡Aunque no tengas pensado visitarlo merece la pena pasar por allí!
Una de las mejores cosas que hacer en Dunedin durante las noches de invierno es intentar ver una aurora austral. Pero esto no es posible todo el año, sino sólo de marzo a septiembre. Si tienes la suerte que ocurra una actividad geomagnética y no hay nubes ni mucha luz lunar, podrás ver un espectacular cielo con tonos verdes y rosados. ¡Es increíble!
Si viajas en verano no te puedes perder la playa de St. Clair. ¡Es una excursión imprescindible que hacer en Dunedin! Se trata de una zona con mucho ambiente tanto de día como de noche, con un paseo marítimo lleno de bares. Esta playa es famosa por su oleaje que permite que los surfistas demuestren sus habilidades en el agua. Por suerte, está a solo 10 minutos en coche del centro. ¿Te animas?
Una parada imprescindible que hacer en Dunedin es su estación de trenes. A inicios del siglo pasado la ciudad fue el centro comercial del país. Una muestra de eso es la presencia de la llamativa estación de trenes.
Su fachada imita la arquitectura flamenca y su interior está lleno de pequeños detalles lujosos para la época. Por ejemplo, hay un gran mosaico de cerámica en el suelo. Cuenta con un andén de casi un kilómetro y cada año se usa como pasarela en un evento de moda y en el piso superior puedes visitar una galería de arte. ¡Es precioso por fuera y por dentro!
Al sur del gran puerto de Dunedin se esconde un paraíso para los amantes de la naturaleza y los animales. La Península de Otago tiene origen volcánico como muchos otros lugares del país. Se trata de la pared del cráter de un volcán enorme ya extinto. Hay diversos senderos en la zona que llevan a miradores, playas, colonias de focas e incluso zonas con pingüinos. ¡Es un sitio encantador!
Cerca de Dunedin hay una larga lista de playas bonitas. Una de las más famosas es Tunnel Beach, que llama la atención por sus acantilados moldeados por la erosión del agua a lo largo de los siglos. Nos recordó mucho a las playas del Algarve por las tonalidades de las rocas, aunque también un poco al Preikestolen por la enorme caída que hay hacia el mar. ¡El lugar te dejará boquiabierto!
Ya sea que subas a pie, en bici o contratando un tour, las vistas desde Signal Hill merecen la pena por completo. Desde arriba podrás ver el puerto de Otago y toda la ciudad desde una altura de 393 metros.
Además, en la cima hay un monumento para conmemorar el centenario de Nueva Zelanda. Se trata de un conjunto de estatuas que representan a los primeros hombres que se establecieron en Dunedin y los que están por llegar. Como curiosidad, también hay una piedra del castillo de Edimburgo, ya que son ciudades hermanadas.
Dunedin también cuenta con un museo de historia natural. Debemos admitir que está muy completo. Hay ocho galerías con esqueletos, cientos de mariposas de todos los colores, un planetario espectacular y una galería digital interactiva. Por si fuera poco, la entrada es gratuita, así que es una razón más para visitar el museo.
Una visita a Dunedin no estaría completa sin conocer la calle más empinada del mundo. Este título se lo llevo Baldwin Street, en las afueras de Dunedin. Sube 47 metros de desnivel en tan solo 161 metros de largo. Eso significa que hay un tramo con una pendiente del 35%. ¡Parece de mentira! Pero para que te hagas una idea, ¡en la parte peatonal de la calle hay escaleras para subir! Sin duda, una de las cosas más divertidas que hacer en Dunedin.
Una buena visita que hacer en Dunedin durante un día soleado es su jardín botánico, el primero de Nueva Zelanda. Tiene más de 6800 especies vegetales, entre las que destacan su jardín de rosas y la sección de plantas nativas del país. ¡Es muy curioso! También tienen áreas dedicadas a profundizar sobre los diversos climas de todo el mundo. En general, el ambiente es precioso para dar un paseo tranquilo. ¡Además, aprenderás muchísimo sobre la naturaleza!
Muchas paredes de la ciudad están cubiertas de dibujos muy originales de artistas de alrededor del mundo. ¡Sorprendente! Algo divertido que hacer en Dunedin es jugar a encontrar grafitis, ¡no será por oportunidades!
Dunedin fue pionera y abrió la primera galería de arte pública. Tiene una colección inmensa de arte antiguo, moderno y contemporáneo de artistas nacionales e internacionales. La artista más destacada es Frances Hodgkins, nacida en la ciudad. Te alegrará saber que la entrada es gratuita, así que puedes pasar horas y horas observando sus obras.
En el Octagon, la plaza central de la ciudad, se encuentra la principal iglesia anglicana de Dunedin. Se construyó un primer edificio en su lugar en 1862, pero tuvo que ser derribado por una escasa calidad de los materiales. No fue hasta 1919 que se consiguió el dinero necesario para construir la catedral actual. Su portal románico lleva hasta el interior de estilo gótico hecho con piedra blanca. En el interior podrás ver uno de los órganos mejor valorados de todo el hemisferio sur, con sus impresionantes 3.500 tubos. ¡Es asombroso!
En pleno corazón de la ciudad, The Octagon, verás varias placas de bronce en el suelo. En ellas están inscritos los nombres de escritores famosos y frases que se han escrito sobre la ciudad. El lugar de honor, es decir el personaje más importante, se lo lleva el poeta Robert Burns, que incluso tiene una estatua en la parte superior de la plaza.
Speights es una cerveza neozelandesa y en Dunedin tienes la oportunidad de ver cómo se produce en la fábrica desde cero. El tour guiado dura una hora y media, cuesta 35NZD por persona. Incluye una degustación de varias cervezas al final de la explicación. Sea que te guste o no la cerveza, esta visita es una de las más divertidas que hacer en Dunedin.
Si eres más fan de chocolate que de la cerveza en Dunedin también hay un lugar ideal para ti. Se trata de una fábrica de chocolatinas. ¡El paraíso para los dulceros! El lugar organiza visitas guiadas de una hora para que veas sus entresijos. Podrás conocer y presenciar el proceso de fabricación de sus chocolates, probar unos poco e incluso crear el tuyo propio. Es imprescindible reservar en su página web y el tour guiado cuesta 35NZD por persona.
En Dunedin puedes embarcarte en uno de los viajes en tren más bellos del mundo. Recorrerás el corazón de la región de Otago pasando por la garganta del río Taieri. ¡Los paisajes son espectaculares!
El trayecto más popular es el de Dunedin hasta Pukerangi, que dura unas dos horas en cada sentido. El billete de ida y vuelta cuesta 138NZD, es algo caro que hacer en Dunedin, pero merece la pena por la belleza del paisaje.
La universidad de Otago tiene su sede administrativa en un edificio de estilo victoriano impresionante acabado en 1879. Tiene la fachada de piedra blanca y negra, su torre del reloj impresiona a cualquiera. Así que es una visita de paso imprescindible que hacer en Dunedin, especialmente si te gusta la arquitectura.
Algo muy recomendable que hacer en Dunedin es coger el coche y acercarse a Nugget Point. Se trata de un mirador espectacular hacia el mar. ¡El paisaje es de ensueño! Además, aquí habita una amplia fauna marina en sus alrededores. Si te fijas bien, podrás ver focas, leones marinos y pingüinos en la orilla del acantilado. Los islotes rocosos que se alzan frente al faro convierten a Nugget Point en un lugar realmente fotogénico, especialmente al amanecer y atardecer. ¡Las fotos aquí te quedarán de postal!
Si después de visitar Dunedin sigues tu recorrido hacia el norte, que no se te olvide hacer una parada en los Moeraki Boulders. Son un conjunto de rocas redondeadas con un origen misterioso. Algunas de ellas te impresionarán con su tamaño. Llegan hasta los 3 metros de diámetro y varias toneladas de peso.
Los científicos dicen que estas formaciones de calcita tienen unos 65 millones de años. ¡Impresionante! Incluso hay una leyenda maorí que dice que son calabazas que cayeron a la playa cuando la gran embarcación Araiteuru naufragó al tocar tierra.
Para tener unas vistas estupendas de Dunedin y sus alrededores puedes hacer esta caminata. Son apenas 10 kilómetros ida y vuelta. Al inicio te enfrentarás con una pendiente un poco pronunciada hasta llegar al nivel del mirador. Después las cosas se relajan un poco y será momento de disfrutar de las vistas antes de llegar a la cima del monte Flagstaff.
El nombre del camino tiene un origen muy curioso. Durante los años 20 un vendedor ambulante de la zona guiaba a los caminantes que querían hacer esta ruta y les vendía piña enlatada. La mayoría de gente dejaba las latas de piña en las ramas o vallas que había por el camino.
Uno de los edificios más característicos de Dunedin es esta mansión construida en 1906 para el empresario, filántropo y coleccionista David Theomin. Esta edificación tiene nada más y nada menos que 35 habitaciones que intentan imitar el estilo de una casa de campo inglesa en plena ciudad. Puedes visitar el interior de la casa, que fue donada a la ciudad por la familia Theomin en 1966. ¡Es un lujo entrar a explorar el lugar!
Verás detalles lujosos en cada rincón, desde muebles que provienen de distintas partes del mundo hasta un sistema de calefacción muy avanzado para la época. La visita guiada de una hora cuesta 25NZD.
¿Sabías que Dunedin está hermanada con Shanghái? Justamente artesanos de la ciudad china han creado los elementos decorativos que puedes ver en este precioso jardín. Desde las puertas de madera hasta las baldosas de cerámica fueron hecha por manos expertas en la materia. El ambiente del lugar es mágico, con lagos, puentes y estructuras que te transportarán a otra parte del mundo. La entrada cuesta 23NZD en temporada alta, de lo contrario el precio es de 10NZD durante la temporada baja.
Llegamos al final de nuestra lista de las mejores cosas que ver y que hacer en Dunedin. Si eres de los que te gusta visitar iglesias y edificios históricos, esta es otra parada muy recomendable. Como su nombre indica, se trata de la primera iglesia de la región de Otago. Fue construida en 1873 imitando el estilo de las iglesias presbiterianas escocesas. Se destaca por su impresionante torre de 56 metros de altura. Como curiosidad, el mausoleo de la familia Larnach es una copia reducida de esta iglesia. ¡Fue su inspiración!
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