¡Viajeros del más allá! Nos lanzamos al Estado de Oaxaca a conocer las celebraciones de Día de Muertos #LaFiestaMásVivaDeTodas y qué espectáculo tan hermoso, tan conmovedor, e irónicamente, ¡tan vivo!
Estuvimos tres días por acá, del 30 de octubre al 2 de noviembre, y es un viaje que pueden realizar a través de un tour, o por su cuenta, en un auto rentado o tomando taxis colectivos llamados “foráneos”. Reserven con muchos meses de anticipación.
Volamos a la capital de Oaxaca para conocer la #LaFiestaMásVivaDeTodas y las primeras sensaciones fueron increíbles. Primero fuimos a comer a Ancestral Comida Tradicional un bonito restaurante en el Barrio de Xochimilco. Les recomiendo las garnachas istmeñas y el guajolote con mole encacahuatado.
Luego caminamos hasta el Zócalo -todas las calles y fachadas lucían naranja cempasúchil- y los rostros de la gente eran de catrinas, catrines y diablillos. En el Palacio de Gobierno se inauguró su majestuoso altar y ahí mismo en el parque hubo verbena de tamales, chocolate de agua y por supuesto pan de muerto, estilo oaxaqueño.
Nos dirigimos hasta Santo Domingo entre calendas, bailes, percusiones y estridentes petardos, y luego seguimos avanzando hasta el Barrio de Jalatlaco conde entramos a Petra Cacao a echarnos un mezcalito y una chela oaxaqueña. Ya con hambre nos fuimos a cenar ahí mismo en Jalatlaco a Casa Lulaa donde nos deleitaron con unos chilaquiles de morita y chapulines, unas enmoladas con mole negro casero y un mezcalito cuish también de la casa.
Finalmente volvimos al hotel donde estaré hasta el domingo, el Hotel Paraje La Huerta.
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En la mañana nos fuimos a desayunar a Almú, un restaurante en San Martín Tilcajete donde probamos platillos oaxaqueños en cocina de leña. Después fuimos a conocer el taller artesanal de Jacobo y María Ángeles, donde realizan Alebrijes de madera de copal que son verdaderas obras de arte.
También pasamos a un mercadito en Santo Tomás Jalieza con sus tradicionales tejidos y bordados; y recorrimos el mercado municipal de Ocotlán de Morelos -donde conocimos a la Frida Kahlo oaxaqueña- y el museo del magnífico pintor local Rodolfo Morales. Al anochecer fuimos al Zócalo de Oaxaca de Juárez a la exposición de tapetes y altares regionales.
Cerca de medianoche visitamos dos panteones a pocos kilómetros de Oaxaca de Juárez, uno en Santa Cruz Xoxocotlán y el otro en Santa María Atzompa. Lo que se vive en los panteones es embriagador: las familias de los amados difuntos, sus ofrendas, las flores, los olores y la música, el mezcal, los recuerdos, el frenesí y la nostalgia ¡Oye pelón! ¿Quieres un mezcal? Me dijo un niño de unos 8 años mientras su papá me servía en un vasito de plástico desde una botella de cristal sin etiqueta. ¡A sus amados difuntos! Les dije, y continué caminando esquivando las tumbas decoradas de pétalos naranja y veladoras.
No soy hombre de “energías” pero aquí sin duda pasa algo, pasa mucho, pasa todo. Es una experiencia avasalladora y agradezco a estas personas el permitirnos acercarnos en este momento de fiesta, y tan íntimo y tan solemne. Los muertos vivirán por siempre en la memoria y en el corazón de los vivos. Si se quedan la fiesta sigue hasta pasadito el amanecer.
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Temprano nos lanzamos a desayunar a Mitla; unas tetelas de tasajo y chapulines, y su particular pan de muerto . Además el restaurante Origen Maíz tiene una vista muy linda de la Iglesia del apóstol San Pablo. Al terminar fuimos a dar un tour por el sitio arqueológico de Mitla, que solía ser un templo ceremonial zapoteco. Los muros originales con sus grecas son fascinantes y su integración con la flora local es increíble. Si pueden hagan el tour con un guía -pregunten por Don Ramiro- que les contará todo sobre este lugar, que además, cumple años cada Día de Muertos. Antes de partir nos compramos una nieve de mezcal.
Volvimos a Oaxaca de Juárez a prepararnos para una mega comparsa. Mi maquillaje me gustó aunque siento que parecía Kung Fu Panda Muxe jajaja. Por ahí de las 6 de la tarde nos unimos al “Convite” un desfile/procesión qué despliega músicos, bailarines, comparsas con sus trajes tradicionales, carros alegóricos y hasta toritos “encohetados”. Es una fiesta desbordada de alegría y estridencia de tamboras y trompetas, y calaveras voladoras ¡Me encantó! Ya bien caída la noche fuimos a cenar a El Biche Pobre en Jalatlaco -las memelas con asiento, guacamole y chapulines son una barbaridad.
La quisimos forzar e ir a la “Muerteada” de Etla, a 40 minutos de la capital, pero ahora sí que muy en sintonía con la temporada, estábamos todos bien muertos. Si pueden vayan, y prepárense para bailar banda y tambora hasta el alba.
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Hoy desayunamos en Yegolé, algo no muy oaxaqueño pero idealmente delicioso. El sándwich de desayuno tremendo, pero su panadería especialmente el rol de canela con mascarpone ¡extraordinario!
Después retomamos la carretera y a pocos kilómetros llegamos a la localidad de San Agustín. Aquí se encuentra la antigua fábrica de papel del artista Francisco Toledo, y que actualmente es la Casa de las Artes de San Agustín (CASA). El edificio es magnífico, con una fachada de cantera verde, y unos estanques de agua muy relajantes. Nos tocó una pequeña pero hermosa exposición llamada “Toledo Ve” sobre la obra del artista oaxaqueño y los objetos cotidianos que inspiraron su obra.
Finalmente, ahí mismo en San Agustín fuimos al restaurante cervecería “La Cura” y nos tomamos unas cervezas artesanales Doble Filo. Tienen de diferentes sabores y estilos, algunos muy originales como “Cerveza con Mezcal” y “Cerveza con Gusano”.
Así estuvo nuestro viaje al Inframundo en Oaxaca viajeros, sin duda uno de los mejores lugares en México para vivir una experiencia auténtica e inolvidable #LaFiestaMásVivaDeTodas #DíaDeMuertos
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