Hace algunos años, no hubiera imaginado que pudiera viajar a Europa. Mi esposo y yo recién cumplimos 15 años de casados, y nuestros trabajos en medios impresos nos ayudaban a sobrevivir y pagar nuestra casa. Sin embargo, después de una época difícil para mí, en cuanto a mi salud mental y emocional, decidí que mi vida requería un cambio drástico, así que cambié mi profesión a algo que realmente me apasionaba. A partir de entonces y después de ver a Alan hacer sus sueños realidad, me pregunté a mi misma ¿Y a mí qué me impide viajar?
Así que Alan, tú eres responsable de la fiebre que me surgió por hacer mis propios sueños, una realidad tangible.
Con los ahorros de unos años, en marzo de 2023 nos decidimos a viajar a Europa. Decidimos que en Abril de 2024 cruzaríamos el Atlántico en un viaje planeado enteramente por su servidora, así que la tarea fué estresante y agotadora, pero maravillosamente satisfactoria.
Y es de nuestra primera parada de la que quiero hablarles en este escrito, la incomparable SUIZA.
Claro que no puedo hablar más que de algunos puntos, ya que Suiza es extensa y nuestro presupuesto fue destinado a llegar a la ciudad de Zurich y movernos el primer día a conocer Interlaken y Lauterbrunnen.
Después de un agotador viaje, el 8 de abril, saliendo de Guadalajara a Ciudad de México muy temprano, esperar casi 10 horas en el aeropuerto para nuestro vuelo a Madrid, 10 horas de vuelo, 2 horas de espera en Aeropuerto de Madrid-Barajas para tomar nuestro último avión a Zurich, y hora y media de vuelo, llegamos por fin a nuestro hotel que se ubicaba a 20 minutos caminando cuesta arriba en la ciudad.
Al siguiente día, nos recibió una hermosa vista desde el balcón del hotel. Salimos hacia la estación de tren muy temprano porque nuestra siguiente parada era Interlaken, en un viaje de una hora aproximadamente, que la verdad ni se siente, ya que el sistema de trenes de Suiza es espectacular y te vas regocijando con el hermoso paisaje en todo el trayecto.
Al llegar nos dirigimos hacia la entrada para el transporte hacia la montaña Harder Kulm, todavía dudosos si subir, ya que el día estaba nublado y temíamos que lloviera. Algo en mi interior me dijo: SÍ, VE, así que compramos los boletos, esperamos el funicular panorámico e inició una aventura inolvidable.
Al llegar a la cima, el clima era frío, todavía había nieve y bruma. Caminamos unos 150 metros hacia el mirador, y al llegar a él, las nubes se dispersaron y una sonrisa se dibujó en nuestra cara, la vista era ESPECTACULAR, por un lado el Lago Brienz y por el otro el Lago Thun, con sus colores azul turquesa, y frente a nosotros, las montañas nevadas. ¡Qué felicidad!
Después de bajar de Harder Kulm y comer algo rápido en Coop, tomamos el tren hacia Lauterbrunnen, a media hora de distancia aproximadamente. Al llegar al valle, altas montañas te rodean y de ellas se ven surgir muchísimas cascadas, pequeñas y medianas, pero la protagonista es la caída de agua de Staubbachfall, de 297 metros de altura.
La comuna de Lauterbrunnen es pequeña y muy pintoresca, rodeada de montañas nevadas y casitas al más puro estilo suizo. Echen un ojo a su muy pequeño y particular cementerio si lo encuentran abierto.
En el viaje de regreso pudimos apreciar un poco de la ciudad de Berna, la cual me pareció muy bonita así de primera vista.
Al otro día, de nueva cuenta retomamos la aventura en tren y nos dirigimos de Zurich a Lucerna, a una hora de distancia. De nueva cuenta, los paisajes no decepcionaron para nada, me sentía como niña en un parque de diversiones. Al llegar pudimos conocer lo único que quedó de la antigua estación de trenes, después del incendio, la magnífica puerta que se ubica en la plaza frente a la estación.
Lucerna es una ciudad tranquila, con su antiguo y conocido Puente de la Capilla, la Iglesia Jesuita y las Torres de Musseg, sin olvidar que desde esta ciudad puedes admirar el colosal Monte Pilatus y pasear alrededor del muelle en el lago de los cuatro cantones.
Al subir a las Torres de Musseg, tuvimos la oportunidad de escuchar el toque de las campanas de todas las iglesias a las 12 del día exactamente, fue un sonido tan hermoso e inolvidable.
Visitar su centro histórico es imperdible, te darás cuenta de la combinación tan única de casas antiguas con tiendas de las mejores marcas en avenidas que tienen un aire de lujo y poder.
Les confieso que ahí compré los imanes más caros de mi viaje jajajaja, pero también por eso, muy preciados para nosotros.
Fueron pocos días, pero se quedarán en mi memoria para siempre, o tal vez, hasta que decida volver y crear nuevos recuerdos en ese pequeño pero grandioso país. ¡Hasta pronto Suiza!
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