La gastronomía ha sido importante en mi vida, ¿de quién no?. Me gusta descubrir nuevos sabores, sobre todo estando de viaje porque me vuelvo valiente y pruebo ingredientes que había jurado nunca comer, ocasionando que mi perspectiva cambie al respecto.
Desde hace tiempo tenía antojo de comida árabe, pero no encontraba el momento y la compañía ideal para hacerlo, pues mi círculo cercano de amigos me veía extraño porque su relación con este tipo de comida no es buena.
Aunque he de decir que mi relación con la comida árabe es de amor-odio; sus especias, sabores únicos e incluso que todos coman de un mismo plato es algo que me encanta; sin embargo, durante los viajes por Medio Oriente llega un momento en el que esos sabores comienzan a cansar y se vuelven monótonos, pues al final de cuentas es algo a lo que no estoy acostumbrada.
En fin, regresando con el antojo que tenía de probar sabores de Medio Oriente, recibí una invitación que me venía como “anillo al dedo”; era para ir a comer a Al Andalus, un restaurante de comida árabe, especialmente libanesa, que se encuentra en San Ángel, al sur de la Ciudad de México, y que está bajo el mando del chef Mohamed Mazeh.
Al llegar nos recibieron con un Cóctel Beirut, que está hecho a base de Arak (un aguardiente de uva con anís) y aranciata. ¡Una delicia!
Cuando ya estábamos cómodos y relajados en nuestros asientos, comenzaron a poner diversos platillos en nuestra mesa, y justo ahí comenzó mi viaje al Medio Oriente y a los recuerdos de mis travesías por aquellas tierras.
Nos servimos de todo un poco, había palmitos, keppe crudo, arroz con lentejas, ensalada tabule, ensalada fatouch, hummus, pan árabe, croquetas de falafel, kepe bola, jocoque. ¡Todo riquísimo!
Pero no todo quedó ahí, un platillo más estaba listo para degustarse, cordero con arroz, el rey de la comida árabe, al menos para mí.
Todo lo acompañamos con el vino de la casa, que se trata de un vino libánes del valle del Bekaa. ¡Altamente recomendado!
Llegó el tiempo del postre; probamos una gran variedad, mis favoritos fueron los dulces árabes y el trufado de chocolate. Y por supuesto, el café árabe no faltó.
Al finalizar el banquete pudimos conocer al chef Mohamed, quien nos contó que Al Andalus es un sitio en el que además de dar a conocer la gastronomía árabe, busca transmitir la hospitalidad de la cultura libanesa, incluso cada rincón del restaurante cuenta con detalles inspirados en el Líbano.
Por cierto, al terminar la plática con el chef, tuvimos otra pequeña sorpresa culinaria, nos dieron helado de mole, algo que explotó mi sentidos; tenía un sabor dulce, picoso, chocolatoso y por supuesto sabía a mole. Sin duda fue “la cereza del pastel”.
Esta experiencia gastronómica fue espectacular, sin duda sé que regresaré a Al Andalus, porque tengo una relación tóxica con la comida árabe y nunca podré dejarla.
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